jueves, 10 de junio de 2010

LOS CUENTOS DE LAURA

Hace unos días recibimos en nuestra clase una visita.
Vinieron los niños y niñas de la clase de 1º de la "seño" Mª del Mar.
Pero no creáis que venían solos. Nada de eso. Venían acompañados de Laura.
¿Y quién es Laura?, preguntaréis. Pues Laura es la mamá de una de las niñas de esa clase de 1º.
A Laura le gustan mucho los cuentos. Tanto, que incluso se anima a escribir ella sus propios cuentos.
Y ese fue el motivo de su visita. Quería compartir con todos nosotros algunos de ellos.

Los niños y niñas estaban encantados, y no se perdieron ni un detalle de las historias. Desde aquí queremos agradecer a Laura que las haya compartido con nosotros, y por supuesto, invitarla a que nos vuelva a visitar siempre que quiera, pues será bienvenida.

¡¡GRACIAS, LAURA!!



Y ahora es el momento de dejaros sus cuentos para que los podáis leer a vuestros hijos/as.

Pablito y las golosinas.
Erase una vez un pueblo pequeñito en el que había una tienda de golosinas.
A la izquierda de la puerta había una vitrina en la que se veían bombones, gominolas, chupachups, piruletas... Y al entrar había un mostrador grande de madera, y detrás podían verse algodones de azúcar, tizas, chicles, globos…
Allí siempre estaba el señor Crisaldo, que era el dueño de la tienda.
Una mañana sonó el teléfono y el hombre contestó, y mientras hablaba se puso muy nervioso. Colgó el teléfono y en ese momento entró en la tienda un niño que se llamaba Pablito. El señor Crisaldo lo recibió con alegría: -"¡Hola Pablito, bienvenido! Mira tengo que pedirte un favor, ¿podrías quedarte a cargo de la tienda mientras cruzo al banco para arreglar unos papeles? Es que vencen hoy".
-"¿Quedarme yo en su tienda?" -preguntó Pablito abriendo los ojos.
- "Sí, hijo. Yo vuelvo enseguida". Y el señor Crisaldo se puso el abrigo, un gorro y la bufanda, y se fue.
Pablito se acomodó en el taburete tras el mostrador y, poco a poco, empezó a oler a fresa, vainilla, mentas... Se volvió con cuidado encontrándose de frente con los algodones de azúcar. No pudo resistirse al de fresa. Lo cogió y le dio un bocado. ¡Estaba riquísimo! Dio un segundo bocado y empezó a tirar del algodón hasta que lo comió todo.
Cuando Pablito se dio cuenta tenía el palito vacío en la mano. Pero ahora había un algodón que quedaba sin pareja; el algodón blanco. No tuvo más remedio que comérselo también.
Y después de aquello, Pablito comió todo cuanto pudo, y se empezó a inflar quedando tan gordo como una pelota.
Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, quiso salir de la tienda, pero estaba tan gordo que no cabía por la puerta. Y de pronto vio a cuatro niños que se acercaban. ¡Eran compañeros de clase!
-"¡Pablito!, ¿qué te ha pasado?"
El niño explico lo que había ocurrido y sus amigos intentaron sacarlo de allí empujando por la espalda, tirando de los brazos, poniéndolo de lado... Pero Pablo no cabía.
Entonces, un niño pequeñito que había allí propuso: -"¿¡y si le quitamos el tapón del ombligo y dejamos salir el aire hasta que se quede flaquito!?" -¡Buena idea! -dijeron todos, y el niño pequeñito quitó el tapón y Pablito salió despedido como un globo que va perdiendo el aire. Y salió volando con tanta fuerza que llegó a la luna. Y todavía debe seguir allí, porque no se le ha vuelto a ver.
FIN

El osito Panda.
Había una vez una mamá oso y su hijo el osito, que iban recorriendo las montañas, bosques, campos, hasta que llegaron a un lugar donde el camino se dividía en dos.
Un camino era de tierra, de piedras secas y duras. El otro camino era de un polvo negro suave y brillante, y a los lados había flores, arboles y plantas de muchos colores.
El osito preguntó: -"Mamá, ¿por qué camino vamos?" Mamá oso miró un camino y luego miró el otro. Y después de pensar dijo: -"Vamos por éste"- y señaló el camino de piedras secas y tierra.
-"Pero mamá….¡yo quiero ir por el otro, que tiene flores y plantas!" -dijo el osito. Pero mamá oso contestó: -"No, hijo. Vamos por este".
- "¡Pero mamá, yo quiero ir por el camino negro, que es suave y brillante!"
- "Pero osito, ese camino es de polvo de carbón y es sucio. El otro es más limpito".
-"¡Pero yo quiero ir por ahí!…" Y el osito salió corriendo y se metió por el camino negro, hundiendo las patitas. Se rascó las orejas, la barriga, y al poco vio a su madre que se acercaba muy despacito, sin tocar el polvo de carbón.
- "¡Uy, mamá,tenías razón, que sucio es!"
- "Ya te lo dije, osito. El carbón es muy sucio"
- "¡No importa, mamá. Ahora me sacudo y me limpio todo!" Y el osito empezó a sacudirse, pero el carbón había entrado en sus pelos y no se le caía. -"¡Mamá!... esto no se cae. Yo quiero ser tan blanquito como tú".
Y se puso a llorar frotándose con las patitas los ojos, y al retirarlas tenía dos círculos negros rodeando cada ojo. Y a partir de entonces, debido a la desobediencia de un osito, nacieron los osos panda.

FIN

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